Libertad
- corm1987
- 9 dic 2014
- 4 Min. de lectura
Los adolescentes constantemente reclaman la libertad ante la autoridad de sus padres, con gran destreza y astucia emprenden un acalorado debate cada vez que desean obtener el permiso para asistir a una fiesta importante, tener algún tipo de relación con alguien que extrañamente siempre les cae mal a los padres en cuestión, por las cuales son capaces de dar la vida como si se tratase de una misión al estilo de rescatar al soldado Ryan.
Esta escena típica de lucha adolescente-padres por obtener el tan anhelado permiso, despierta la conciencia del chico o chica en cuestión, reclamando a voz en cuello ``libertad´´. Palabra tan interesante para nuestros días y tan profunda para nuestra eternidad. La libertad es el grito de nuestra generación por derechos que merecen haber sido otorgados por el simple hecho de existir.
No es una libertad cualquiera, es una libertad que promueve el cinismo, la rebeldía y la indiferencia al compromiso. Es muy pronto para recomendar esta lectura a un adolescente ``rebelde´´, déjame que siga desarrollando mi punto de vista para que puedas recomendar este texto si así te apetece. El asunto de las nuevas generaciones (adolescentes) no es su capacidad de enfrentar a los adultos, sino el manejo de la libertad como concepto, alguien le ha enseñado erróneamente esta gran palabra. Lo más probable es que algún adulto (los padres son adultos) les transmitió de manera incorrecta el significado.
La libertad es ultrajada por todo aquello que busque la gratificación inmediata de nuestros deseos, es el apego a esas cosas que nos hacen sentir bien y que nos mantienen embrutecidos. El joven lucha contra los padres para que le dejen hacer lo que él considera correcto, pero eso no es libertad. El adulto enfrenta al gobierno porque no tiene libertad en su dinero y tiene que pagar impuestos, se toma la ``libertad´´ de llegar todos los días un poco tarde, de agarrar unos minutos más a la hora del almuerzo. El esposo lucha contra la esposa porque no le da la ``libertad´´ de salir con sus amigos después del trabajo, le reclama el derecho a la ``libertad´´ por no permitirle tener una linda amistad con la nueva secretaria. La esposa lucha contra el esposo porque no le da ``libertad´´ de gastarse el dinero (fruto de su trabajo) en el centro comercial, lucha porque le invade su ``libertad´´ de pasar las horas que ella necesita en el gimnasio o con sus amigas en una cafetería todas las tardes. Todo esto es llamado libertad y constantemente estamos luchando para que la gente respete nuestra libertad, para que no seamos invadidos en nuestro espacio y para que podamos hacer lo que nosotros queramos.
La libertad no es un derecho que recibimos al nacer, es todo lo contrario, es la garantía de haber muerto. Cuando nosotros creemos que somos libres para hacer lo que nosotros queremos por el simple hecho de que es mi vida, estamos cegados por un sinfín de deseos que nos atrapan y nos mantienen en cautiverio. El morir a nosotros y dejar que algo más Grande a nosotros tome el control de nuestra vida, eso es verdaderamente libertad.
La sociedad posmoderna pelea aguerridamente la libertad por tener gratificación inmediata, con ello pierde cada día más su libertad. Una de las cosas que se levantan en estos tiempos son la permisividad, la falta de compromiso, la ambición por el éxito sin esforzarse. Tenemos toda una serie de literatura que promueven las 10 formas más eficaces de hacerse millonario en pocos días. Desde el momento que decidimos hacernos millonarios nos habremos empobrecido a millones bajo cero. Queremos lograr los resultados increíbles haciendo cosas sin sentido y sin esfuerzo, queremos seguir comiendo sin las consecuencias de nuestros actos. En nuestros días decidimos crear productos con nombres ingeniosos como los ``light´´para no renunciar a comer, a comprar fajas con poderes milagrosos que nos hará tener músculos en tan solo 20 días y a pedir en tv-compras cremas reductoras de grasa que lo único que nos reducirán es nuestra cartera.
Los jóvenes desean la misma libertad que sus padres viven; esa libertad que no genera compromiso, responsabilidad y amor a uno mismo. Una libertad que nos perjudica en la eternidad y nos destruye en el presente. Esa libertad que atenta contra los derechos de otras personas, que me hace ser indiferente ante la miseria, el dolor, la injusticia y todo aquello que hace de nuestra sociedad un mundo amargo y rancio. La tan amada libertad es una cortesana que vive en nuestra alcoba mental y que adormece a nuestra débil conciencia.
Seremos libres cuando por primera vez entendamos que: el amor, más que una experiencia hormonal es el acto responsable de cuidarme, protegerme y proveerme de cosas que me ayudan a mantenerme con salud y decir que no a todo aquello que me va matando en cuotas. La libertad como bien es entendida termina hasta donde empieza la del otro, esa libertad es de la que hablamos anteriormente; la verdadera libertad es aquella que me permite amarme y amar a las demás personas. No hay libertad si no hay amor.
El asunto es que no podemos amarnos en nuestras fuerzas, no tenemos la capacidad de amarnos, por alguna extrañar razón tenemos esa discapacidad y la única forma de hacerlo es vivir en el corazón de Aquel que es amor y conforme al caracter del que dijo: ``Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia´´.
El asunto es que podemos exigir nuestra libertad y vivir esclavos a todo aquello que nos roba el gozo de tener un vida plena o podemos ser verdaderamente libres renunciando a cosas que al final nos van a destruir. Aunque los adolescentes se levanten con gran astucia y nos debatan el porqué de nuestras decisiones, sabremos que les hemos amado y haremos lo necesario por hacérselos saber.
Coach Mauricio Constantino

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